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A Don Quijote

A

      Composición que al premio ofrecido por
“El imparcial” para la Poesía lírica, en
el concurso con que el Liceo Altamirano
celebró el tercer centenario de la publica-
ción de DON QUIJOTE, obtuvo el accé
sit, y á la cual se adjudicó el ejemplar de
dicha obra de Cervantes, edición de la Ca-
sa Real de España, destinado, por S. M.
el Rey D. Alfonso XIII, para el Cuento
de la época y de la vida del inmortal au-
tor, tema gue el Jurado declaró desierto.
 
 
  Si en los heroicos tiempos, cuando solía
Por la Gloria exaltarse la Fantasía
Y mover la Belleza los corazones,
Nacido hubieras,
Del cielo de la andante caballería,
Espléndida de lauros y de blasones,
Tú el astro fueras!
 
¡Ninguno entre los nobles aventureros,
Los de ardidos corceles y almos aceros,
Mantenedor más digno de aplauso y fama!
¡Mayor presea
No hubiera la bravura de los primeros,
Ni nombre más ilustre de excelsa dama,
Que Dulcinea!
 
¡Tu espíritu siguieran los bien nacidos,
Que en sus cuarteles guardan, enmohecidos.
Inútiles arneses y áureos clarines
De extinta gloria;
Y el mundo no tuviera de forajidos,
Felones, embusteros y malandrines.
Ni la memoria!
 
No á la puerta del procer, trémulo anciano
Con miserable acento gimiera en vano;
Ni al huérfano dejara la Indiferencia,
Sin pan ni abrigo
Por las calles y plazas tender la mano;
Ni en pos del sordo carro de la Opulencia
Fuera el mendigo.
 
Del placer al mercado mujer ninguna
Se viera conducida de humilde cuna
O de real palacio, hija ó esposa,
Ya mancillada ….
Ni burlador, valido de la Fortuna,
Presa hiciera de gente menesterosa
Y abandonada.
 
De la Justicia el fallo justicia fuera;
Y la Razón fiada no lo estuviera
A inicuos defensores prevaricantes,
Tan sin decoro.
Ni asaltara las cumbres la vocinglera
Turba de embaucadores y traficantes,
Ávidos de oro.
 
De la robusta Fuerza bajo el imperio
No sufriría el débil el vituperio,
Ni á sucumbir por débil lo condenara
La acción del fuerte.
No irían galeotes á cautiverio,
Ni picaro á la horca: ¡ nadie matara,
Sino la muerte!
 
¡Otros los tiempos fueran! …. Pero surgiste
Del cerebro del Genio que ya no existe;
Y, sobre el amplio mundo, tú, el caballero,
Desventurado
Velas sin tregua …. espectro grandioso y triste
Del Ideal perdido! y él, tu escudero,
Triunfa! …. ¡ha triunfado! ! .
 
¡Sancho!… ¡No lo conoces!.. ¡Él quien dirige
Los destinos humanos, él es quien rige
Desde su trono, al borde del precipicio…!
¡Sancho que infama.
Roba, escarnece, humilla, mata y aflige,
Y ¡horror! ¡en la corrupta mansión del vicio
Hunde á tu dama! ! !…
 
 
Y tú, flor de la insigne caballería.
Escudo, luz y espejo de la hidalguía;
Tú, el vengador de entuertos y sinrazones,
¿Como tormenta
No caes sobre la estulta canalla impía?….
¡El genial Caballero de los Leones
Sufre la afrenta?!?!?!…
 
¡¡Que el luminoso arranque de la locura
Que fascinó tu mente con la lectura
De arrobadores cantos é invictos hechos
De remembranza,
Lance á todas las frentes la mancha impura,
Vigorice los brazos, ponga en los pechos
Ira y venganza !!!!….
 
…. Sordo, profundo, intenso rumor lejano;
Tempestad que del monte se arroja al llano;
Turbamulta brillante de aventureros;
Nube fulgente
Que deslumhra, que ciega; fragor cercano,
Confusión de clarines, choque de aceros,
Gritos de gente! ….
 
i Ah, loco! loco! ! . . . ¡loco que sin conciencia.
En el corcel sin freno de la Demencia,
De lo alto al abismo te precipitas
Con tus legiones!
I Cuando des en el fondo, no habrá clemencia!
¡Tiembla, insensato, y teme! ¡ , . , la furia irritas
De los leones! ….
 
—¡Eso no! que al peligro nunca he temblado;
Ni el poder del infierno miedo me ha dado !
Yo soy el invencible, bravo manchego
De limpia historia,
Que por todos los siglos desencantado,
Sobre el corcel de Orlando, con propio fuego.
Brillo en la gloria!
 
 
¡No soy el vano espectro de un dios vencido!
¡El Ideal existe, como ha existido! . . .
¡Sol que del pensamiento prende en la esfera
Su eterna lumbre.
Como ese sol, que oculto, mas no perdido.
De su paso el destello que reverbera
Deja en la cumbre!
 
Si de Sancho el instinto bellaco y bruto.
Que á su naturaleza rinde tributo,
Se alza, deprime, humilla, no se envilece
Ni al mundo infama.
Porque el fruto del cieno, del cieno es fruto.
Y ni triunfa, ni reina, ni se engrandece,
Ni ésa es mi dama!
 
¡Calle el profano acento que así la nombra!
¡Calle! . . ¡La que con Sancho se hunde es su sombra,
Es la hembra de Sancho, su aliento inmundo
/ Que le rodea. …
¡Y el esplendor que alumbra, la flor que alfombra
El sendero del alma sobre este mundo…
Es Dulcinea! !
 
 

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