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Amor

Alfonsina Storni

Baja del cielo la endiablada punta

con que carne mortal hieres y engañas.

Untada viene de divinas mañas

y cielo y tierra su veneno junta.

 

La sangre de hombre que en la herida apunta

florece en selvas: sus crecidas cañas

de sombras de oro, hienden las entrañas

del cielo prieto, y su ascender pregunta.

 

En su vano aguardar de la respuesta

las cañas doblan la empinada testa.

Flamea el cielo sus azules gasas.

 

Vientos negros, detrás de los cristales

de las estrellas, mueven grandes asas

de mundos muertos, por sus arrabales.

 

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