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Crucifixión

Poemas: Anna Ajmátova

No llores por mí, madre,
cuando esté en la tumba.

I

Un coro de ángeles glorificó aquella hora,
la bóveda celeste se disolvió en llamas.
“Padre, ¿por qué me has abandonado?
Madre, te lo ruego, no llores por mí…”

II

María Magdalena se dio un golpe de pecho y sollozó.
Su discípulo amado se quedó inmóvil, con el gesto
petrificado.
Su madre permaneció aparte. Nadie miró dentro
de sus ojos secretos. Ninguno se atrevió.

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