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El burro y el perro

El burro y el perro

Arcipreste de Hita

Un perrito faldero con su dueña jugaba,

con su lengua y hocico las manos le besaba,

ladrando y con la cola, a su modo halagaba,

demostrándole en todo con cuánto la amaba.


Ante ella y sus amigos en pies se tenía;

todos, con él, gozaban de solaz y alegría,

cada uno le daba de aquello que comía;

el asno lo observaba un día y otro día.


El asno, poco seso, meditó y paró mientes;

masculló el burro necio así, entre dientes;

“Lo mismo a mi señora que todas esas gentes

con más provecho sirvo que perros complacientes.


Yo sobre mi espinazo les traigo mucha leña,

acarreo la harina que comen, de la aceña:

en dos pies me pondré, jugaré con la dueña

como el perro a quien tiene en su falda, halagüeña”.


Rebuznando bien alto del establo salía,

como garañón loco tal el necio venía;

retozando y haciendo mucha majadería

se fue para la sala donde al ama hallaría.


Puso sobre los hombros de la dama sus brazos,

ella dio grandes voces, vinieron los collazos;

diéronle muchos golpes con piedras y con mazos,

hasta que en él los palos hiciéronse pedazos.

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