El séquito de Apolo
En la mitología griega, divinidades de las artes. Se dice que podían ser Ninfas de las fuentes dotadas de poderes proféticos y que al principio eran solo tres: Aedea (el canto, la voz), Meletea (la meditación) y Mnemea (la memoria) y sus atributos eran instrumentos musicales en los que se mencionan la lira y la flauta. Aunque más tarde se convirtieron en nueve.
Fueron paridas por Mnemósine y por Zeus, que se unió a ella al pie del monte Olimpo, en Pieria durante nueve noches consecutivas de amor.
De allí Apolo las condujo al Helicón y estuvo pendiente de su educación, y no es de extrañar que siempre se las relacione con él, como compañeras de su séquito, pues es el dios olímpico de la música y patrón de las bellas artes, quien tuvo romance con cada una
de ellas, con las cuales tuvo descendientes.
El primer canto de las Musas fue el de la victoria de los olímpicos sobre los titanes y el establecimiento de un nuevo orden cósmico.
A ellas fueron consagradas las fuentes de Aganipe e Hipocrene, en las cuales eran adoradas.
Cada una de ellas presidía un ramo de las artes o del conocimiento. En la antiguedad
los poetas invocaban a las musas y se creían inspirados por ellas. Hesíodo es el primero que da nombres de todas ellas, las cánonicas son: Calíope, Clío, Érato, Melpómene, Polimnia, Talía, Urania, Euterpe, Terpsícore.
