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De Vinci

Galería de Arte: Leonardo de Vinci

La Monalisa

La Gioconda: Obra emblemática del Leonardo de Vinci. La Monalisa, ubicada en el Museo del Lauvre. De fecha 1503. Siempre fue considerada como la cima del arte del retrato de todos los tiempos. En Ella alcanza perfección extraordinaria el sfumato  y su gradación infinitesimal de las vibraciones lumínicas, también el velo atmosférico, que distancia inefablemente  obra y espectador. No solo ha sido copiada infinidad de veces, sino además objeto de deformaciones y manipulaciones, en especial en pleno siglo XX, por su papel  de símbolo del máximo logro del arte universal.


San Juan Bautista. Se encuentra ubicada en el Museo del Lauvre. La última obra de Leonardo que se considera realizada totalmente por su mano. Inquietante como la Gioconda, es la imagen de un ser que oscila entre una feminidad varonil y una virilidad de sutiles languideces. Casi monocromo, la atmosfera tenebrosa, cargada y blanda, se abre misteriosamente  en una zona de luz, tratada con el mejor de los sfumati.


La Virgen, el Niño con el cordero y Santa Ana, Ubicada en el Museo del Lauvre. La pirámide volumétrica que forman las figuras alcanza en esta obra un difícil y osado equilibrio dinámico. Todas ellas aparecen captadas en su movimiento espontáneo, autónomo, dispar; incluso Santa Ana, que centra el grupo, gira torso y rostro en dirección opuesta a sus pies.


Madona Benois

Madona Benois. Se encuentra en el museo del Ermitage, Liningrado. Considerada anónima hasta 1909, fue duramente criticada por Berenson por su frente pelada, mejillas inchadas, boca desdentada, ojos legañosos, garganta arrugada. Aparte del subjetivismo apasionado de estos calificativos, hay que tener en cuenta que se trata de una pieza inacabada, como tantas que nos han llegado de Leonardo. Es indudable que en la Madona Benois el pintor traduce un tipo pictórico tradicional a una visión nueva, personal, que quedará ya para siempre incorporada a la iconografía por la relación psicológica establecida entre los rostros de una madre con su hijo, relación que se refleja en todo el juego mímico. La luz fría, “nórdica”, que penetra por la ventana es otro de los elementos que inclinan casi unánimemente a los especialistas actuales a tribuir esta obra a Leonardo.


La Madona del clavel

La Madona del clavel. Se encuentra en la Pinacoteca del Munich. Tiene un enigma inconfundible  de su rostro, del trato escultórico de las manos y del rico plegado de los paños, de su impresionante monumentalidad, fue hasta 1886 una pieza más, no identificada, del legado inmenso de Leonardo, en gran parte disperso y con tantas obras perdidas.


Santa Ana, La Virgen, el Niño, y San Juan Niño

Santa Ana, La Virgen, el Niño, y San Juan Niño. Se encuentra ubicada en la Galería Nacional de Londres. Se trata de un cartón y parece improbable que fuera jamás trasladado a lienzo, puesto que no se cita en fuentes documentales. La fuerza plástica del dibujo y el suntuoso juego de paños le ha valido a esta obra compararla con las diosas que Fidias esculpió en el Partenón. La naturalidad de estos cuatro personajes, que parecen rehuir  sus miradas, es magnífica sobre todo si se tiene en cuenta que con ello no pierden su carácter monumental  y simbólico.


La Última Cena

La Santa Cena (Última Cena). Es una pintura mural de Leonardo de Vinci que se encuentra ubicado en el Convento de Santa María delle Grazie, Milán. Es una obra llena de majestad y belleza. Cuando fue vista por Vasari éste la alabó, al igual que el matemático de la proporción Luca Pacioli. Las figuras, de tamaño natural, fueron pintadas al temple sobre una compleja preparación de dos capas; la segunda quizá por exceso de yeso dejó filtrar la humedad. Su perfecta integración en el espacio real del refectorio es la culminación de la ciencia florentina de la perspectiva, la triple abertura del fondo confiere una profundidad de infinito y ofrece un osado contraluz.


La Dama del Armiño

La Dama del armiño. Se encuentra Czartorysky, Cracovia. Has sido identificada con Cecilia Gallerani, favorita oficial  de Ludovico el Moro. Sin embargo, pese a la amistad que esta dama demostró por Leonardo, por una parte, y, por otra, la alusión que supone el armiño, no está comprobado documentalmente que en efecto sea ella. El parecido entre la expresión de la hermosa joven con el animal que tiene en brazos no puede ser fortuito; con él pudo aludir Leonardo a cierta esquivez y desde luego a un carácter altivo e indomable, unido a genuina pureza.


Dos estudios para el gran caballo

Dos estudios para el gran caballo (Colección Real de Windsor), monumento ecuestre que Leonardo prometía levantar a Ludovico el Moro, en una carta dirigida a éste, antes de marchar a Milán; en su versión definitiva, descrita por Luca Pacioli, fue un fogoso caballo con las patas delanteras lanzadas al aire.


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